Fue la
forma original de la representación de Jesús portando la Cruz, la iconografía del Nazareno que se extendió desde comienzos del siglo
XVI y que en Sevilla venía a ampliar la
principal devoción de los siglos anteriores, la del culto a la Cruz (Vera- Cruz, Sangre y Cinco Llagas) y a
la Virgen. La expansión de la nueva representación fue notable tras el Concilio
de Trento, que abrió paso definitivo a las cofradías de Jesús Nazareno
(portando la cruz), aunque todavía en el último tercio del siglo anterior las
cofradías advocadas del Nazareno no llegaban a ser un tercio respecto a las dedicadas al Crucificado.
La representación además permitía unas mayores posibilidades escenográficas e
iconográficas, ya que permitía ceremonias añadidas como los encuentros con el
paso de palio, ceremonias como la humillación o incluso la bendición de los
fieles por mecanismo articulados en las imágenes del Nazareno.
Durante
todo el siglo XVI la forma de representación del Nazareno continuó el modelo
del abrazo a la cruz en la que Cristo portaba el madero por el brazo más largo. Una
representación que parte del mundo medieval y que se expandió con el grabado
renacentista, estando ya representada hacia 1528
en el retablo mayor de la Catedral, donde
aparece la escena en la que Jesús carga con la Cruz entre expresivos sayones y
peculiares soldados entre los que destaca uno que toca una peculiar trompeta,
curioso secundario que se mantendría durante mucho tiempo en otras escenas
pasionistas. La talla de Jorge Fernández vive
todavía de los presupuestos góticos pero
anticipa en muchos elementos del primer Renacimiento.
La
iconografía del abrazo se popularizó en la segunda mitad de siglo con una
pintura de las gradas de la Catedral, el conocido nazareno de los Ajusticiados que realizó el
pintor Luis de Vargas, una pintura en una capilla abierta a la que se encomendaban los
ajusticiados que circulaban en procesión desde la Audiencia o desde la Cárcel
Real.
Una
pintura que debió sufrir las inclemencias de su situación al aire libre y que
acabó siendo sustituida por otra similar de Juan de Espinal, ya en el siglo XVIII, con la
peculiaridad de mostrar a Jesús portando túnica blanca. La obra debió influir
en la iconografía de la hermandad
de la Santa Cruz en Jerusalén, que
ya tenía esta advocación, mostrando su Titular esta forma de representación se
puede contemplar en un antiguo dibujo que conserva la histórica hermandad del
Silencio. La influencia de la pintura de Vargas también se puede rastrear en
las mismas reglas de la corporación, en una de sus páginas aparece una
ilustración que denota la influencia y popularidad del modelo original.
En los años finales del siglo tuvo gran devoción
el Nazareno titulado de las Fatigas, según recoge el testimonio del Abad Gordillo, una imagen de talla
completa que se sigue conservando en la parroquia de la Magdalena
fuente. Manuel Jesús Roldán, PASIÓN EN SEVILLA
fuente. Manuel Jesús Roldán, PASIÓN EN SEVILLA
No hay comentarios:
Publicar un comentario